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El otoño es la época ideal para preparar el suelo para los nuevos rosales. Para ello debemos arar a una profundidad de unos 40 cm, retirar piedras, restos de plantas y raíces, y añadir compost, estiércol, turba o musgo para mejorarlo.
Cuando llegue noviembre o diciembre, momento adecuado para plantar a raíz desnuda, el abono orgánico se habrá comenzado a descomponerse con la ayuda de la lluvia o el agua de riego.
Si no es posible arar todo el arriate, por la existencia de otras plantas, se pueden preparar los agujeros de plantación individualmente, de la misma manera.
En el caso de rosales ya establecidos, durante el otoño alternaremos un abono orgánico y uno químico cada 15 días. A finales de cada mes añadiremos quelatos de hierro (para mantener el follaje verde oscuro) y zinc (para mejorar el color de la floración). Si el abono químico elegido ya los contiene, no es necesario.
En noviembre renovaremos el mulch de la base para todo el invierno. Este proceso es muy importante en zonas frías ya que protejerá las raices de posibles heladas. Si las plantas no reciben agua de lluvia habrá que regarlas al menos una vez por semana.
En diciembre suspenderos el abonado y dejaremos las plantas descansar hasta la nueva temporada.
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