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Tiene el potencial de producir gran cantidad de biomasa de buena calidad y apetecible para el ganado, pero necesita suelos con niveles altos de fertilidad y es sensible a la sequía y al exceso de agua.
Tiene gran importancia como especie forrajera en las praderas de Nueva Zelanda que se destinan a la alimentación de vacas lecheras. También es relevante en ciertas zonas de Gran Bretaña, Estados Unidos, Argentina, Chile y España.
Se han desarrollado cientos de cultivares para adaptarlos a diferentes zonas de producción. La mayoría de los cultivares neozelandeses contienen como huésped al hongo endófito Neotyphodium lolii, que no causa daño a la planta, pero produce alcaloides que pueden afectar al ganado y también al insecto Listronotus bonariensis, considerado una plaga del cultivo.
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