La moda de los jardines verticales

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Los paisajes de Babilonia parecen estar de vuelta. Actualmente, las ciudades modernas dejan de ser sólo ladrillos para dar paso a espacios con jardines verticales y muros verdes.

El crecimiento galopante de la población urbana ha obligado a las grandes, ruidosas y atestadas junglas de asfalto a expandirse sin cesar, olvidándose por completo de los espacios verdes y áreas de esparcimiento.

Parte de esta problemática se ha resuelto construyendo techos verdes y parques; no obstante, estos espacios también se han visto limitados en las ciudades, lo que ha obligado a pensar otras maneras innovadoras de fusionar la naturaleza con el hormigón y los ladrillos. 

Una de las soluciones que se ha considerado actualmente radica en tapizar de vegetación los innumerables metros de superficies verticales, entre ellos muros y laterales de las edificaciones. Esta idea aporta, no sólo una propuesta estética, sino también beneficios sociales, medioambientales e incluso económicos. 

Las paredes vivientes son “jardines verticales autosuficientes que se anexan al exterior o interior de una edificación. Éstos se diferencian de las fachadas vegetales en que las plantas hunden sus raíces en un soporte estructural que va unido a la misma pared”, detalla Mike Weinmaster, Director Jefe y fundador de la empresa diseñadora de jardines verticales Green over Grey, radicada en Vancouver, Canadá. 

La construcción de jardines verticales se basa en el axioma de que las plantas no necesitan un medio de tierra para subsistir, sino únicamente agua con múltiples nutrientes y minerales disueltos en ella, junto a la luz y dióxido de carbono.  

De hecho, la idea de los jardines verticales surgió de la imitación de la naturaleza misma, donde gran variedad de organismos vegetales brotaba y se desarrollaba en superficies verticales naturales.

“Para saber si las plantas sirven para los jardines verticales, es necesario estudiar sus sitios de crecimiento natural. Justamente las que se encuentran sobre las rocas (los litófitos) o sobre los troncos de ramas de árboles (epifitos, más común en los trópicos) constituyen un material excelente para este tipo de jardines”, precisa Michael Hellgren, arquitecto paisajista de la empresa Vertical Garden Design. 

Orígenes

El botánico francés Patrick Blanc, también investigador del Centro Nacional de Investigación Científica (CNRS, por sus siglas en francés) de París, fue el creador de estos jardines verticales, denominados por él como “muros verticales” o también conocidos como “pinturas vivientes”.

Sus creaciones, tanto para exteriores como interiores, se encuentran presentes en diferentes partes del mundo, desde Francia, Bélgica, España, Inglaterra, Alemania, Brasil hasta Malasia, Brasil, Tailandia, Japón, Polonia, Australia o China, entre otros lugares. Algunos de sus jardines verticales incluso cubren edificios de más de diez pisos de altura. 

Varios ejemplos de sus trabajos verdes, se pueden hallar a 250 metros de altura, en la cima de la Torre Cristal, que forma parte de un conjunto de cuatro rascacielos en el enclave financiero de la capital española, y en las afueras de la Fundación Social Caixa Forum (España).

“Si vienes en distintas épocas del año, te das cuenta cómo las flores van cambiando. Hay plantas que en verano siguen verdes. El jardín no se queda nunca marrón o seco. Hay floraciones de distintas épocas. En primavera, es un crisol”, nos relata Isabel Fuentes, directora de la Fundación Social española Caixa Forum. 

El proyecto de Blanc se centra en tres elementos: un marco de metal, una capa de cloruro de polivinilo (un polímero empleado para la fabricación de productos plásticos) y otra cubierta de fieltro. 

El marco de metal, que puede ir colgado de la pared o mantenerse por sí solo en pie, sirve de un sistema eficiente de aislamiento término y sónico, y permite separar el soporte de la pared para evitar dañarla. A esta moldura metálica, se le remacha la capa de polímero, lo cual le da rigidez a la estructura y la hace impermeable.

A esta capa, se le engrapa una cubierta de fieltro, que es donde se colocarán las semillas, bulbos y plantas, y donde crecerán las raíces. Este medio se caracteriza por ser imputrescible y por poseer una alta capilaridad que permite una distribución homogénea del agua. 

Alternativas al sustrato

“Algunas compañías usan un sustrato inerte, como perlitas o vermiculitas, en lugar de la tierra. El sustrato retiene el agua por más tiempo, lo que reduce, por lo tanto, el suministro de riego requerido. Las raíces de las plantas tienen la libertad de crecer libremente alrededor de todo el jardín vertical sin limitaciones de espacio”, comenta Weinmaster.

Además de las respectivas podas, se debe tener cuidado especial con el riego; el agua debe ir siempre acompañada de los nutrientes y minerales necesarios para complementar la ausencia de la tierra. El sistema de riego y fertilización, ubicado entre las dos capas, es automático y se da de arriba hacia abajo, donde el agua es nuevamente almacenada para su reciclaje. 

Por otra parte, las plagas no suelen ser un problema para estos jardines, ya que éstas suelen atacar especies específicas de plantas, no cuando hay una gran número de especies vegetales encontradas en un mismo lugar.

Al construir un jardín vertical, es necesario considerar también “las mismas condiciones que las de cualquier jardín: la temperatura del sitio, la exposición solar, las condiciones micro-climáticas y locales”, explica el arquitecto paisajista.

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