Como mantener un jardín sano

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En los años que llevo trabajando en el tema fitosanitario, no he podido convencer a las plagas y enfermedades de que “se tomen vacaciones”. Por el contrario, recibo como respuesta sintomatologías y daños diversos en las plantas, producto de la acción de “tres agentes predisponentes”, tales como: la estación del año (verano) con altas temperaturas y períodos de insolación largos, los patógenos con su acción destructiva y la forma de aplicar el agua de riego por quienes manejan los espacios verdes.

Dar una receta respecto a la forma de regar es un intento vano, pues al intervenir varios factores, es complicado indicar un caudal exacto, pero sí valen algunos criterios generales.

El agua, una vez que ingresa al suelo, desplaza el oxígeno contenido en sus poros. Por un lado, esto le permite a la planta volver a hidratarse luego de que el suelo se ha secado, y así se evita lo que se conoce como “stress hídrico por falta de agua”. Por otro lado, y acorde a la cantidad de agua que apliquemos, le puede producir una deficiencia de oxígeno cuando los volúmenes aportados son altos, produciéndole “stress por falta de oxígeno”.

El equilibrio se logra permitiendo que el suelo “ingrese al ciclo virtuoso del secado y humedecimiento”, lo que sólo se logra manejando de forma correcta los caudales de agua aportada y el intervalo entre riegos. A lo anterior se agregan las características del suelo, de la planta involucrada y las condiciones ambientales relacionadas con la evapotranspiración.

No riega mejor el que aporta más agua. El exceso de agua lleva a un “decaimiento fisiológico” que hace que la planta sea más suceptible al ataque de enfermedades fúngicas y menos resistente al ataque de plagas.

Después de sufrir un déficit de agua, la planta puede volverse a la normalidad agregándole más agua, salvo que se llegue a la marchitez permanente. Sin embargo, de los excesos de agua no se vuelve disminuyendo la cantidad, pues casi con seguridad nos quedan los problemas provocados por la acción fúngica.

Veamos el accionar del tercer factor, que son los patógenos (organismos que causan daño en las plantas). Algunos de los más comunes:

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