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El cultivo de la acelga (Beta vulgaris) en España, está concentrado de forma relevante en las provincias de Barcelona, Murcia, Valencia, Badajoz, Málaga, Cádiz, Madrid y Zaragoza. Eso no quiere decir que no se cultive en otras provincias, pero sí en mucha menos cantidad.

Para su cultivo debemos de tener en cuenta una serie de factores para asegurarnos una buena cosecha. La preparación del terreno es muy importante y para ello se dará una labor profunda al suelo y abonará con un aporte de estiércol y el abonado de fondo. La acelga necesita suelos de consistencia media y vegeta mejor cuando la textura tiende a ser arcillosa, que cuando es arenosa. Requiere suelos profundos, permeables, con gran poder de absorción y ricos en materia orgánica en estado de humificación.
Soporta muy bien la salinidad del suelo, resistiendo bien a cloruros y sulfatos, pero no tanto al carbonato sódico. Requiere suelos algo alcalinos, con un pH óptimo de 7,2, vegetando en buenas condiciones en los comprendidos entre 5,5 y 8. No tolera los suelos ácidos.
Si pretendemos recolectar la acelga por corte de hojas, se cultivará en caballones, con una separación entre sí de 40 a 50 centímetros. Y si pretendemos recolectarlas como plantas enteras, es más interesante hacerlo en eras con unas dimensiones de metro y medio por unos cinco de longitud, dejando pasillos para facilitar la recolección en el sentido longitudinal.
La siembra de la acelga se realiza normalmente de forma directa, colocando de 2 a 3 semillas por golpe sobre el surco, distanciados unos 30 ó 40 centímetros.
Las épocas de siembra en zonas frías es de octubre-marzo. En zonas cálidas o tempranas durante todo el año. En una hectárea se pueden plantar unas 86.000 plantas, utilizando unos 8 ó 10 kilos de semilla, y el cultivo viene a durar de 50 a 70 días.
También se puede realizar un semillero en invernadero y repicando las plantas cuando tienen cuatro o cinco hojas. Con ello se adelanta el cultivo un mes con respecto a las plantas de siembra directa.
La siembra directa requiere de aclareo cuando las plantas tienen 3 ó 4 hojas. Se realiza en cada golpe de siembra, dejando una sola planta. Estas plantas se eliminarán cortándose con ayuda de una navaja o tijera para evitar el desarraigar a la que deseamos que permanezca en cultivo.
Durante el cultivo, sobre todo desde el principio, conviene mantener el suelo limpio de malas hierbas. Si se desea utilizar acolchados, es recomendable emplear láminas de polietileno opacas de unas 100 galgas de grosor.
En cuanto al abonado, la acelga requiere niveles de nitrógeno elevados desde que comienza el rápido crecimiento de la planta hasta el final del cultivo. Del potasio no son tan elevadas. Un abonado de fondo puede ser de unos 50 gramos por metro cuadrado de un complejo del tipo 8-15-15.
Ya en cultivo, se puede aplicar en fertirrigación otros 50 gramos por metro cuadrado del mismo complejo repartido lo más homogéneamente posible a lo largo de todo el cultivo. Destacar que si recolectamos sólo sus hojas, el ciclo de cultivo puede ser de hasta 5 meses, aportando entonces sobre 1,5 gramos de abono por metro cuadrado a la semana.
Sobre el riego, la acelga… debido a su gran masa foliar, necesita en todo momento mantener en el suelo humedad, evitando que la planta acuse síntomas de deshidratación y evitar así que los tejidos se embastezcan.
Debemos de saber que la acelga es una planta de clima templado y que le perjudican bastante los cambios bruscos de temperatura, hasta el extremo que de producirse de forma continuada le puede inducir a la subida de flor.
La acelga se hiela cuando las temperaturas son menores de -5ºC y detiene su desarrollo cuando las temperaturas bajan de 5ºC. Las temperaturas de desarrollo vegetativo están comprendidas entre un mínimo de 6ºC y un máximo de 27 a 33ºC, con un medio óptimo entre 15 y 25ºC.
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