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Para que un agua sea considerada salina, la concentración de sales debe ser mayor de 1g por litro. Es bueno saber si el agua del que disponemos para el riego tiene estas características, puesto que es nociva para las plantas.
Las plantas regadas con agua salina suelen marchitarse y secarse con facilidad, aún si son mojadas en abundancia. En el caso del césped, ocurre una menor germinación de las semillas, lo cual empeora muchísimo su aspecto y calidad.
Si el agua del lugar donde vives es salina, tendrás que adoptar algunos cuidados para evitar mayores daños en tu jardín. En primer lugar, escoge para el cultivo las especies que toleren mejor el agua con alta concentración de sales. Y aunque te parezca raro, riégalas con abundante agua, más que la cantidad que utilizarías normalmente.
Otra característica que se observa al usar agua salina para el riego es que no se absorbe con facilidad, tal como ocurre en los suelos de escaso drenaje. Se puede ayudar a que el agua penetre mejor en la tierra con tareas de escarificación y aireación (en el caso del césped); utilizar enmiendas de arena y materia orgánica, que mejorarán la calidad del suelo; o bien instalando tubos de drenaje.
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